
Es viernes por la mañana, mi último día en Iberdrola. Llevo esperando que me llamen de mi futura nueva empresa desde el miércoles, anoche decidí que si no tenía noticias a la hora de salir me acercaría a preguntar.
Mi Iphone vibra a las 10:10. Da la casualidad que no tengo llamada así que contesto de camino a la salida. Como esperaba, a nadie parece importarle demasiado.
- Hola Santi. Perdona que te llame tan tarde pero hemos estado preparando el arranque y no hemos tenido tiempo.
- No pasa nada. Estaba a punto de presentarme allí con un cinturón cargado de explosivos.
- No hará falta, tranquilo.
Me explica que el horario que me comentó ya no será mi horario, que el turno de mañana desaparece y solo habrán operadores por la tarde. Jornada intensiva en lugar de partida. Por mi perfecto.
De 13:30 a 21:30. Una semana de cursillo inicial, como no. Será de 14 a 20, pero como yo firmo contrato de "estructura" entraré a las 12 para familiarizarme con el sistema de administración de la empresa.
De doy las gracias más sinceras que recuerdo haber dado nunca.
Vuelvo a mi puesto tranquilo, disfrutando de las últimas horas como agente (de momento). Le prometí a Vicente que mi último día haría una presentación especial conmemorativa y es hora de cumplir.
- Buenos días, le atiende Juan Connor, ¿en qué puedo ayudarle?
La mujer se queda callada un momento pero hace la consulta. Realizo la gestión, pero el homenaje tenía despedida.
- Gracias por llamar a Skynet.
A las 14:00 bajo las escaleras por última vez, me despido de mis compañeros deseándoles lo mejor y me voy para casa. Debería preocuparme la incertidumbre del nuevo trabajo, si les gustaré o me tirarán a los dos días. Si mis jefes serán tan inteligentes como todos los anteriores. Si acabo de liberar al único pájaro que tenía en mis manos solo para mirar a los cien que vuelan en un cielo nublado.
Hace tiempo que mi cerebro trata como spam ese tipo de pensamientos.