sábado, 24 de noviembre de 2012

Cerebro dividido o el arte del dos por uno



A todas las personas que dicen que los hombres no pueden hacer dos cosas a la vez, siento demostrarles que se equivocan. Podemos. Conozco al menos a tres tíos (si yo mismo me cuento como uno ya que creo que me conozco bastante bien) que lo hacen a diario.
Podemos hacer hasta tres cosas. Atender una llamada a la vez que tres-cuatro chats mientras nos cagamos en quien da por hecho que podemos hacerlo.
Si todo esto tiene cierta complicación, aun falta un sutil toque final. Hay que dar un buen servicio a todos, que al cliente no le parezca que si está teniendo suerte le estás prestando un 25% de tu atención.
Sí, es pan comido. Por eso, para alcanzar el nivel jefe maestro, debemos sumar el handicap de sólo poder abrir una ficha de cliente cada vez, así es habitual que nos encontremos con esta situación:
1 cliente al teléfono te pregunta por una reparación pendiente
2 un chat te dice que quiere saber cual es el servicio técnico más cercano
3 segundo cliente al chat que dice su teléfono no consigue conectar al GPS
4 tercer cliente al chat, su nevera, de la que no sabe el modelo, no enfría

Esto suele acabar en las siguientes respuestas:

1 le dices que su televisor no tiene GPS, esa tecnología no tendría ningún sentido aplicada a una tele.
2 necesitamos saber el modelo de su nevera...ha intentado desenchufarla unos minutos?
3 su reparación sigue pendiente
4 necesitamos saber para que producto necesita asistencia técnica

Sí, podemos hacer rematadamente mal tres cosas a la vez.

Estamos en España en 2012. Entierras en un hueco muy profundo tu sentido común e intentas que todo te de un poco igual. Y funciona durante un rato, hasta el momento en el que recibes un email en el que te dicen que tu calidad en la atención ha bajado mucho y te dan 2 o 3 puntos en los que mejorar.
"No tendrán tiempo para contestar" debe pensar el autor/a de tan genial canto a la majadería humana.
Entonces, el sentido común saca un brazo de su tumba (visualizar el poster de "evil dead" en vuestras mentes) y sin darte cuenta ha contestado a ese email utilizando toda la educación que le queda, teniendo en cuenta que se pasa 9 horas al día enterrado y 7 durmiendo.

El resto de correos cruzados se salda con una conclusión: "Sí, somos conscientes que es imposible hacer tantas cosas a la vez de forma correcta. Por eso tenéis que mejorar y volver al nivel de antes, cuando hacíais una sola cosa muy bien"

Abrazo a mi sentido común y lo veo marcharse, cabizbajo, portando una pala a modo de fusil de asalto. Le grito que le sigo queriendo y que iré a desenterrarle a la misma hora que todos los días, pero en ese momento parece que no quiere escucharme.

Lo peor es que sacamos unos resultados geniales, así que una de dos, o los clientes están tan puteaos que con que les entiendas un poco, empatices e intentes darles una solución ya se sienten bien atendidos (aunque llames a sus televisor "teléfono" 4 veces durante la conversación)  o es que somos tan tan buenos que estoy exagerando. Si es la segunda opción, calculo que podremos soportar este ritmo por lo menos un par de meses, hasta que alguno de los tres salte por la venta, compre una escopeta de caza a algún vendedor yankie por ebay o simplemente lleguemos al punto en el que todo nos de igual.















sábado, 21 de abril de 2012

Oh my chat





No llegó a acabarse mi contrato. En el callcenter quedó un puesto libre y me lo ofrecieron de forma sutil. Ante la perspectiva casi segura de quedarme sin trabajo en breve era esto o esperar a que mi jefe decidiera si le molaba o si me odiaba. Dije que sí. 

Vale, no he olvidado aquel día en el que cogí mi última llamada y teléfono en mano juré que nunca más volvería a trabajar atendiendo a clientes cabreados. Pero tengo un piso que pagar, un gato que alimentar y todavía no tengo la constancia suficiente para acabar la mejor novela de los últimos 20 años. Además, la idea de dejar de hacer todo eso que mi jefe no sabía que hacía pudo más que cualquier otro pensamiento.

Me quedaba apenas un mes y medio de trabajo cuando fui a hablar con mi jefa.

- Si quiero irme antes que se acabe mi contrato a quien tengo que avisar?
- A mi. 
- Quiero irme antes que se acabe mi contrato.

Le dio la risa. Le expliqué la situación y le pareció bien, tampoco es seguidora de nuestro director en facebook. Nos tiramos un rato más riéndonos de la cara que pondría cuando se entere y luego le envió un mail explicando la situación. 
Al final me pidieron que me quedara hasta fin de mes (unos 25 días) para acabar un proyecto importante que tenía en marcha. Hablé con mi futuro jefe y aunque no le hacía gracia no quería entrar en conflicto con la empresa que paga a su empresa.

Fueron los 25 días que menos he trabajado en toda mi vida, que se pueden desglosar en los siguientes pasos:

1.- EL PROYECTO IMPORTANTE: Un día dije que tener el manual de procedimientos de una empresa tan importante a papel era bastante ridículo. Se me ocurrió que podíamos hacerlo tipo blog o wikipedia y me puse a ello. Al director cada día le gustaba más la idea, tanto que a los 4 meses era suya y la estaba vendiendo a todo el mundo como uno de sus grandes logros futuros. Después de pelear con los de IT, de probar aquí y allí, ya tenía preparado el donde y el como, sólo faltaba darle formato y subir información. Cuando lo presenté ya era todo planeado y ejecutado por otras personas, cuando el único que había trabajado en eso era yo. Ese día decidí pasar de ser el tonto a hacerme el tonto. Meses después el gran proyecto está parado, muerto y enterrado.

2.- HIPNOSIS: También decidí tomármelo todo como el protagonista de "trabajo basura". Me reía cuando me encontraba con cosas que meses antes me agobiaban y no intentaba solucionar problemas que por mi sueldo no me correspondía. Hasta un día me puse enfermo (!!!)

3.- SPAM: Puse a algunos remitentes que siempre está pidiendo informes extraños como "correo basura"en mi outlook. Pase de recibir 30 mails al día a recibir 2. 

4.- 2x1: El jefe, en un arrebato pasional, dijo que no iba a contratar un sustituto para hacer mi trabajo. No. Iba a contratar al sustituto y a un becario. Dos personas para hacer algo que no sabes lo que es. 

Pasaron los días y me fui al otro lado del pasillo. Ahora cobro menos, no tengo tickets restaurante y los viernes no me voy al mediodía. Entre otras cosas atiendo el servicio del chat de la empresa, algo que acojona el primer día pero que al segundo ya lo tienes mas o menos controlado. Tengo dos o tres responsabilidades más, pero nada que ver con todo lo que hacía antes. 

Todavía no han encontrado a los dos sustitutos. Cuando me cruzo con mi exjefe por los pasillos, con mi camiseta, mi barba de 4 días y mis Converse Weapon siempre le saludo con una sonrisa sincera y amistosa.

De momento la vida es más tranquila, he visto la película en siete versiones diferentes y conozco a todos los personajes. 

Y lo más importante, duermo una hora más.










miércoles, 4 de enero de 2012

Un año después


Como haría un mal guionista o un pseudoescritor vago, lanzo una elipsis temporal bastante descarada y con poco sentido. De paso aprovecho para volver a la narración en tiempo real y dejar a los cuatro o cinco gatos fieles al blog mi promesa de que actualizaré más a menudo (si es que alguno sigue por aquí)
Aquí va un resumen de todo lo que ha pasado desde la última actualización.

- Tuve un accidente de moto: Una señora que no sabía que hay que pararse antes de entrar en una rotonda. El resultado, 3 semanas andando como House, moto nueva (la misma que tenía, versión 2, de segunda mano) un par de quemaduras en la muñeca derecha, un Ipad con nulas secuelas (una manchita que solo se aprecia con fondo negro) y la cabeza ni mejor ni peor que estaba.
- Me hicieron un contrato temporal en mi empresa: Cuando se me acabo el que tenía por ETT me ofrecieron quedarme cobrando un poco más (trabajando más no, porque creo que materialmente es imposible)
- Mi novia y yo lo dejamos: Diferencias irreconciliables. Se llevo a Pixu, una tele y un trozo de mi corazón. Ahora vivo en mi casa, con mi hermano como compañero de piso y una hipoteca problema, con pocas opciones de vender y ninguna de librarnos de tener que perder dinero.
- En mi empresa decidieron recortar un 30% de la plantilla: Bastante pasta para los que eran indefinidos. Para mi, una fecha de fin de contrato.
- Conocí a Lucia: Podría rellenar almacenes de cuadernos en blanco escribiendo sobre ella. Pero sonaría cursi y ñoño y eso sería fatal para el tono irónico del blog. Mi soulmate amoregambe superchiquitina.

Así que ya es hoy, a menos de dos meses que se acabe mi contrato de trabajo. Pese a que se han cargado a un montón de gente, nadie me ha informado que no voy a seguir, algo bastante normal aunque escaso de tacto. En estos meses he hecho de todo. Resolver incidencias, escuchas, informes de calidad, encuestas de satisfacción, informes de productividad, control de tiempos...
Lo gracioso del caso es que el director de la empresa parece que no se ha enterado. Hace un par de meses se acercó a mi puesto, ese rincón camuflado donde todo el mundo se para a hablar de futbol, de la nba y de las mejores series de la televisión yankie.

- Santiago, podemos hablar un momento?
- Claro.

Me levanto y le sigo a la sala de reuniones.

Después de unos 4 o 5 minutos mirándonos, me siento como Charles Bronson al principio de "hasta que llegó su hora".

- Tengo muchas cosas que hablar contigo pero no se por donde empezar.
- Me vale cualquiera

Más minutos de Bronson dirigido por Leone.

- Me gustaría que me dijeras que haces en la empresa.
- ¿Cómo?
- Sí, a que dedicas el tiempo.
- Hago de todo.
- Ya, pero dime que es lo que haces durante la mayoría de tu jornada.
- Soluciono problemas graves - digo, desenfundando. A la mierda.
- Yo te contraté para que te encargaras de la calidad y veo que no lo estás haciendo. Quiero saber porque.
- Siempre tengo otra cosa más importante que hacer. Todo es urgente. Llego a las 8 y no se que trabajo voy a hacer, porque siempre hay alguna movida que me impide encargarme de la calidad.
- Entiendo - dice afirmando con la cabeza.

No, no entiendes nada.

- De todas formas, yo no soy del tipo de persona que dice lo que hace a grito pelado. Yo vengo, hago mi trabajo y a la hora de salida me olvido de esto hasta la mañana siguiente.
El tipo que queda un poco flipado.
- Pero vamos, mirando con algo de atención se puede ver todo lo que hago. Y las bombas que desactivo.

Seguimos hablando del tema, el hombre me pide que mañana haga una lista con lo que hago durante el día por horas. Sí, claro. Y de las veces que voy a cagar (una, dos si voy a comer al restaurante) La conversación entra en un absurdo de los que me gustan y pasamos más de 2 horas hablando sin decir nada. Yo no hablo de mis compañeros o de mi jefa, si tienes algún problema resuélvelo con ella.

Cuando damos el tema por terminado entramos en otro más gracioso.

- También quería hablarte de otra cosa. No sé como enfocarlo para que no te sientas mal.
- Digas lo que digas no me sentará mal, tranquilo.

Entonces el hombre empieza una metáfora imposible sobre alguien que va en traje y es un inutil y otro que va en chandal y es genial y cuando me canso de verlo intentar dar forma a su idea le corto...

- Ya, ya lo pillo. No te parece bien mi forma de vestir.
- Para el trabajo que tienes creo que deberías...
- El trabajo que tengo es de administrativo. Cobro como un administrativo. Teóricamente no tengo que presentar informes a nadie, ni dar conferencias. Visto como alguien que va como quiere dentro de un sitio donde no tiene que parecer nada. Mi trabajo ("ese que no sabes cual es", pienso) es lo que debería ser lo importante.
- Sí, pero no puedes venir a la oficina con una camiseta de futbol.

Me miro la camiseta. Es roja, no del rojo de la selección. Turquesa. No tiene escudos y por lo que recuerdo en la parte de atrás no lleva número.

- Y no es lo mismo presentar unos resultados al vendor sin afeitar, con zapatillas...que hacerlo con camisa. Aunque el trabajo que hagas sea muy bueno.

En qué quedamos, sabes lo que hago y soy bueno o no tienes ni idea de en que ocupo las horas?

- No vendré con camisetas y me afeitaré más regularmente (aunque sea malo para mi piel) Pero no voy a dejar de venir con zapatillas, lo siento.

El hombre parece diagnosticarme como caso perdido, porque minutos después da por finalizado el encuentro. Tres horas y media sin decirnos nada. No me ha hablado sobre que pasará cuando se me acabe el contrato, pero por sus palabras interpreto que no soy su tipo.

No soy un pelota, no grito delante de todo el mundo los problemas que resuelvo, de los que no se entera porque antes de que sepa que existen están solucionados, entrego mis informes como un reloj. Llevo camisetas y zapatillas.

Quién contrataría a alguien así?