domingo, 5 de junio de 2011

Reset/Reload.


Si no existiera el Real Madrid, la cosa que más odiaría en el mundo sería el primer día en un nuevo trabajo. La combinación gente que no conozco-sitio que no conozco-programa que no conozco me crean siempre la misma sensación. Al día siguiente no quiero volver. Y no está relacionado con las ganas de currar o mi capacidad para adaptarme, es que siempre acabo la primera jornada pensando que no seré capaz de hacerlo.
La mañana siguiente apuro el despertador, entro en páginas de empleo mientras veo las noticias, esperando un nuevo trabajo o un maremoto que acabe con la tierra. Pero no. El segundo día pasa y todo lo que me parecía chino ahora me parece francés, pillo alguna palabra suelta.
El trabajo pinta entretenido. La gente llama al callcenter, se queja y si la cosa es grave y procede pasa a nuestro departamento. Aquí hablamos con unos y con otros para darle o negarle la razón al cliente. Cuando le damos la razón al que se queja y reparamos gratis o cambiamos el producto, somos investigadores en busca de respuesta. Cuando le decimos que no, sólo somos los mensajeros, el que da la mala noticia. Es la tarde del segundo día cuando pillo mi primera reclamación.

- Te ves preparado? - Me pregunta nuestra coordinadora.
- No. Pero mañana tampoco, así que mejor me tiro a la piscina ya.
- Te paso dos que ya están resueltas, sólo tienes que hablar con el cliente para comunicarle el resultado.
- Vale.

Hago las llamadas y empiezo a pillar confianza. Era una de cada, sí y no. Después de 10 años coordinando equipos de atención telefónica podría decirle a alguien con el mismo tono que le ha tocado la lotería o que se ha muerto su perro. A los diez minutos le digo a la jefa que ya están resueltos y me mira extrañada. Sí, soy así de rápido, digo, con mi cara de "esto es todo lo que tienes para mí?" La segunda tarde pasa rápido y con dos mil dudas. El sistema de gestión de clientes es parecido a casi todos los que he utilizado, pero el resto de programas se me resisten un poco. Una cosa es trabajar para la cabra y otra para el tipo del piano electrónico.
En nuestro equipo somos 4 personas, 2 chicas que hacen lo mismo que yo y la coordinador. Por lo que he podido ver nadie te agobia, si haces tu trabajo y tienes tus casos controlados a nadie parece importarle como gestionas tu tiempo.
Así pasan dos semanas, el miedo inicial va desapareciendo y cada nuevo día son un tres o cuatro cosas que aprendes. En 14 días he preguntado unas 500 veces como se hace esto y lo otro, antes pesado que liarla parda. A mis compañeras no parece importarles, sé que me hay cosas que ya me han explicado y que vuelvo a preguntar, pero aun no les resulto lo suficientemente cansino como para mandarme a paseo.
En cuanto a la gestión de mis personalidades, he decidido ser yo mismo de nuevo. El chico bueno de la banda de aficionados vende-Ono no funcionó, al final duró 3 meses y se me quedaron tantas cosas por decir que al final me tomaron por tonto. Durante estas dos semanas me he dado cuenta de que después de tantos líos, tantas entrevistas, cientos de jefes inútiles y de teleoperadores descerebrados, la versión Reloaded de mi mismo ya lee Matrix.
Veo quien odia a quien, la que intenta trepar a toda costa, quien parece que no pinta nada y controla más que el que va de líder. Veo las balas antes de que salgan y tengo la posibilidad de esquivarlas.
Y a eso me limito. Entro a mi hora, hago mi trabajo y me voy a mi casa. Ni razonar con cabezas pensantes desactivadas, ni demostrar nada a nadie. Un año de trabajo tranquilo.


No hay comentarios: