domingo, 9 de enero de 2011

One man army


Una semana después el jefe nos pide que hagamos un informe cada uno (mi compañera, la supervisora y yo) con el perfil de los tipos de clientes que tiene la compañía prepago para la que (aun) trabajamos.
La idea es que entre las tres versiones saquemos un gran plan con el que convencer a los que se van a llevar un servicio de 8 personas a otro continente para abaratar costes, que lo que necesitan es una campaña de retención de clientes. La idea es una mezcla de desesperación y estupidez, suena absurdo presentar una propuesta a gente tan incompetente que no se dan cuenta de lo que ahorran en el sueldo de los agentes se lo van a gastar en viajes y llamadas a Uruguay.
"Ah sí, nos encantan vuestras ideas! Tanto que a los que es ya estáis vais a añadir a 4 o 5 agentes más"
Como si lo viera.
Por otro lado, cualquier cosa que les presentemos será darles una información que no tienen. No saben nada de sus clientes, no tienen ni idea de que ofrecerles o como retenerlos.

Llevamos un par de días en los que cuando suena uno de los teléfonos nos levantamos todos extrañados, buscando al afortunado. Las tareas de backoffice (escanear documentos) se han acabado y como somos un equipo inquieto hemos creado nuevas responsabilidades.
Uno se dedica a probar todos los juegos online de su página favorita, otra comprueba que el chat de facebook funciona correctamente, el otro busca cuales son actualmente los vuelos más baratos a cualquier punto de europa.
Yo estoy haciendo el informe y ya llevo 4 páginas. Como esto es para el doctor Jekyll me explayo a gusto, hablo de los marroquies que intentan que les recargues gratis, de la gente que reclama promociones que ya ha disfrutado o de los que nos amenazan con hacer portabilidad si no les damos un móvil y les respondemos que sean muy felices en su futura compañía.
Como solución propongo un montón de cosas, algunas lógicas y otras totalmente descabelladas y para cerrar el informe dedico un folio entero a llamar inútiles a los responsables de la compañía y les doy detalles de todas las fases de su completa estupidez.

Es el día siguiente y nos reunimos para unificar ideas. Mi compañera trae todo resumido en una hoja, esquemático. El informe de la supervisora es oral, todo está en su cabeza. Y yo ahí, con mis seis folios. Fox Mulder me sonríe desde su despacho en Langley.
El jefe alucina un poco y nos despacha rápido. "Al menos leerá un rato", pienso.

Dos días después me hacen entrar a las 11 de la mañana para asistir a la reunión. Por parte del cliente aparecen los dos cerebros con los que nos reunimos por teléfono cada semana y uno que parece el que maneja la pasta, porque es al que los otros miran cuando hace ruidos. El jefe presenta a todos y empieza su presentación de rescate. A los tres minutos, cuando hago un esfuerzo por despertarme y escuchar, me doy cuenta de que todo lo que está diciendo me suena familiar. Déjà vu a lo bestia.
No. Es que está leyendo mi informe, letra por letra.
Miro de reojo los papeles que lleva en sus manos y veo que son las mismas hojas que yo imprimí. Avanza decidido y mientras lo expone pienso que no escribo nada mal. Nunca nadie había leído algo que yo he escrito en voz alta y da un poco de repelús, pero para subir el ego funciona de maravilla.
Quince minutos después llega a la página final. Espero que se haya tomado la molestia de leerlo antes, porque si antes he sido sutil en mis acusaciones, ahí es cuando me despacho a gusto.
Por suerte para todos (y desgracia para el humor mundial) sí lo había leído y pasa por encima de mis recapitulaciones suicidas con un par de comentarios la mar de correctos.
Una pena.
Los de la compañía móvil se muestran satisfechos con la reunión, admiten que muchas de las cosas que les explicamos no las sabían, piden una copia del informe y se quedan con el jefe para tratar temas económicos.

Como ya da todo un poco igual, la supervisora me dice que las horas que he estado esta mañana las compense por la tarde, así que tengo tiempo para ir a casa a comer y echarme una breve siesta.
O mejor aun, para empezar a tirar currículums.