lunes, 21 de diciembre de 2009

The Curtain Affair



Todavía no me he adaptado a mi nuevo puesto y ahora nos cambian de sala. Según dicen es porque va a entrar un nuevo servicio y donde estamos hay demasiados puestos libres. Nos dicen que el otro sitio es igual, que no vamos a notar la diferencia.
Es el día siguiente y mi tarjeta no abre la puerta de nuestra nueva zona. Voy a recepción a preguntar.

- Hola. Hoy empezamos allí pero no me abre.
- No va a abrir, esa puerta es de emergencia.
- Ah.
- Tenéis que dar la vuelta.

Genial. Sales del ascensor y estás a cuatro pasos de una puerta que da justo a donde trabajamos pero resulta ser una puerta de emergencia. Estéticamente es igual que las puertas corrientes, incluso tiene el lector de tarjetas al lado.

- ¿Me quieres decir que tenemos que pasar por dos salas y molestar a la gente que está trabajando cada vez que entremos y salgamos?
- Eso ha dicho la jefa.
- Muy inteligente.
- Ya.

El WC está al lado del ascensor, así que vamos a hacer este camino unas cuantas veces al día. Mientras paso entre un montón de gente que no conozco me pregunto cuando tardarán en quejarse de nuestros (seguro ruidosos) paseos.

Llego a mi tercera mesa en la empresa y miro el mapa otra vez. Sí, es ahí.
Me han situado cara a la pared. Si miro a la izquierda tengo un ventanal gigante, si miro a la derecha veré al coordinador. Para ver a los agentes tengo que dar un giro de 180º.

- Esto debe ser una broma - digo, pensando en voz alta.
- No creo - dice el coordinador.

Pero las alegrías no acaban ahí. A los diez minutos me doy cuenta que estoy sudando, en la calle hace menos de 5 grados y aquí debemos estar a 35. Miro hacia la ventana y encuentro una de las razones. No hay cortinas.

- Panda, no hay cortinas - (así es como llamamos al coordinador) (Osito Panda, no cortinas)
- Lo sé.
- Pero a la hora que entra la gente les va a dar directo. Reflejos en las pantallas, en los ojos, calor abrasador...
- Ya lo he dicho. Me han dicho que tienen las cortinas pedidas desde hace meses.
- Todo solucionado entonces.

Me acerco al aparato que controla el aire acondicionado y me doy cuenta que está en calefacción.

- Panda, esto está en caliente.
- Lo sé.
- En calor tropical.
- Sí.
- ¿Es cosa tuya?
- No, son las de el otro servicio, que tienen frío.

Acabando noviembre y en manga corta. Ahora lo entiendo todo. Las dos salas que tenemos que atravesar son una especie de limbo, las temperatura va adaptándose, preparándote para el clima al que te diriges. La primera vez que voy al baño, antes de formular mi teoría, casi no puedo echar gota del frío que tenía.

Cuando llegan los agentes empieza el verdadero festival. Son 8 pero se quejan como doscientos. Problema de otro. Yo me limito a mirar a mi horizonte particular, una pared de color crema, salpicada por los incómodos rayos del sol de mediodía.

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