martes, 6 de octubre de 2009

Turn on the the bright lights





Es viernes por la mañana, mi último día en Iberdrola. Llevo esperando que me llamen de mi futura nueva empresa desde el miércoles, anoche decidí que si no tenía noticias a la hora de salir me acercaría a preguntar.
Mi Iphone vibra a las 10:10. Da la casualidad que no tengo llamada así que contesto de camino a la salida. Como esperaba, a nadie parece importarle demasiado.

- Hola Santi. Perdona que te llame tan tarde pero hemos estado preparando el arranque y no hemos tenido tiempo.
- No pasa nada. Estaba a punto de presentarme allí con un cinturón cargado de explosivos.
- No hará falta, tranquilo.

Me explica que el horario que me comentó ya no será mi horario, que el turno de mañana desaparece y solo habrán operadores por la tarde. Jornada intensiva en lugar de partida. Por mi perfecto.
De 13:30 a 21:30. Una semana de cursillo inicial, como no. Será de 14 a 20, pero como yo firmo contrato de "estructura" entraré a las 12 para familiarizarme con el sistema de administración de la empresa.
De doy las gracias más sinceras que recuerdo haber dado nunca.

Vuelvo a mi puesto tranquilo, disfrutando de las últimas horas como agente (de momento). Le prometí a Vicente que mi último día haría una presentación especial conmemorativa y es hora de cumplir.

- Buenos días, le atiende Juan Connor, ¿en qué puedo ayudarle?
La mujer se queda callada un momento pero hace la consulta. Realizo la gestión, pero el homenaje tenía despedida.
- Gracias por llamar a Skynet.

A las 14:00 bajo las escaleras por última vez, me despido de mis compañeros deseándoles lo mejor y me voy para casa. Debería preocuparme la incertidumbre del nuevo trabajo, si les gustaré o me tirarán a los dos días. Si mis jefes serán tan inteligentes como todos los anteriores. Si acabo de liberar al único pájaro que tenía en mis manos solo para mirar a los cien que vuelan en un cielo nublado.

Hace tiempo que mi cerebro trata como spam ese tipo de pensamientos.

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