domingo, 27 de diciembre de 2009

Tercera base


Cuando empezamos a vender nos cambian de base de datos. La compañía para la que trabajamos nos pasan los registros a los que llamar, en teoría ya filtrados y con opciones reales. La penúltima nos la presentaron así:
"El objetivo de esta base es más alto, ya que se trata de clientes que ya estuvieron con nosotros hace años y que se fueron por otras ofertas, son clientes que buscan la opción más económica y van cambiando de compañías cuando se les acaba la permanencia".
En la multiconferencia todos se ponen muy contentos, apuntan y apuntan en sus libretas mientras yo me sostengo la cabeza con la mano izquierda. "Menuda banda de aficionados", pienso.
Después de un día estas son las impresiones que saco de las escuchas de las llamadas en la base de datos Panacea:

- Llamamos preguntando por alguien al que la persona que contesta no conoce de nada.
- Llamamos a empresas, a los que no podemos vender.
- El que contesta sí que es por quien preguntamos. Recita unos insultos y cuelga.
- El teléfono al que llama está apagado o fuera de cobertura.

Las escuchas se hacen eternas, los pobres comerciales no llegan a decir dos frases juntas. Pienso en ir al despacho a reírme un rato con mi fina ironía habitual, pero mi yo actual no hace esas cosas.
Por otro lado, aparte de a los agentes parece que soy al único al que le importa lo que pasa (aunque si soy sincero me importa bastante poco) En un raro momento en el que el Panda está en su puesto y no hablando con gente de otros servicios y haciendo amigos entre departamentos, le pongo al tanto de la situación, a ver si coordina.

- Esta base es genial, es todo lo que no habían prometido y más.
- Ya he visto que no hablan mucho. Voy a hablar con los jefes.

A la media hora vuelve, le han mandado por enésima vez que haga un sondeo a ver que pasa.

- Me han dicho que les haga un informe con el tipo de cliente que nos estamos encontrando.
- No hay tipo de cliente. No hay cliente.
- No parecen muy preocupados.
- Creo que pasan de este servicio casi tanto como de las cortinas.
- Es que cobran por horas, no por ventas.
- ¿Cómo?
- No se lo digas a la gente, pero les pagan por horas trabajadas.

Vaya revelación. Por eso pasan tanto, si nos dan una base de mierda devolvemos un informe confirmando que es mierda. Y yo aquí, escuchando tonterías y auditando ventas. La piel se me empieza a poner verde y a mi yo Banner le cuesta contener a mi yo Hulk. Cuento hasta diez mil y me calmo. De momento.
Le prometo al Panda que no les diré nada de lo que me ha contado y me meto en el despacho.

- Esta base de datos es letal.
- Ya os hemos dicho que hagáis un sondeo, esta noche tendremos que dar una explicación de resultados.
- Con la otra nos empezaba a ir bien...
- Tenemos que trabajar con la que nos pasen.
- Con esta los objetivos son imposibles - ¿queréis jugar a yo-no-se-nada? me apunto.
- Lo reportaremos.
- Creo que somos muy suaves con "el cliente". Si es marrón y huele mal es mierda.
- No podemos decirles eso. Hay que tener tacto...
- Yo he tratado con clientes más importantes y he dicho las cosas claras.
- Bueno, aquí hacemos las cosas de otra forma.

Siempre que salgo de ese despacho tengo la sensación de que no han escuchado ni una palabra de las que he dicho. Eso sí, antes de irme me vuelven a dar el sermón de que mi puesto es el más importante de la campaña, que soy el responsable de calidad (yo, un administrativo) y que tengo que seguir con el gran trabajo que estoy haciendo.

Banner tiene los días contados.








lunes, 21 de diciembre de 2009

The Curtain Affair



Todavía no me he adaptado a mi nuevo puesto y ahora nos cambian de sala. Según dicen es porque va a entrar un nuevo servicio y donde estamos hay demasiados puestos libres. Nos dicen que el otro sitio es igual, que no vamos a notar la diferencia.
Es el día siguiente y mi tarjeta no abre la puerta de nuestra nueva zona. Voy a recepción a preguntar.

- Hola. Hoy empezamos allí pero no me abre.
- No va a abrir, esa puerta es de emergencia.
- Ah.
- Tenéis que dar la vuelta.

Genial. Sales del ascensor y estás a cuatro pasos de una puerta que da justo a donde trabajamos pero resulta ser una puerta de emergencia. Estéticamente es igual que las puertas corrientes, incluso tiene el lector de tarjetas al lado.

- ¿Me quieres decir que tenemos que pasar por dos salas y molestar a la gente que está trabajando cada vez que entremos y salgamos?
- Eso ha dicho la jefa.
- Muy inteligente.
- Ya.

El WC está al lado del ascensor, así que vamos a hacer este camino unas cuantas veces al día. Mientras paso entre un montón de gente que no conozco me pregunto cuando tardarán en quejarse de nuestros (seguro ruidosos) paseos.

Llego a mi tercera mesa en la empresa y miro el mapa otra vez. Sí, es ahí.
Me han situado cara a la pared. Si miro a la izquierda tengo un ventanal gigante, si miro a la derecha veré al coordinador. Para ver a los agentes tengo que dar un giro de 180º.

- Esto debe ser una broma - digo, pensando en voz alta.
- No creo - dice el coordinador.

Pero las alegrías no acaban ahí. A los diez minutos me doy cuenta que estoy sudando, en la calle hace menos de 5 grados y aquí debemos estar a 35. Miro hacia la ventana y encuentro una de las razones. No hay cortinas.

- Panda, no hay cortinas - (así es como llamamos al coordinador) (Osito Panda, no cortinas)
- Lo sé.
- Pero a la hora que entra la gente les va a dar directo. Reflejos en las pantallas, en los ojos, calor abrasador...
- Ya lo he dicho. Me han dicho que tienen las cortinas pedidas desde hace meses.
- Todo solucionado entonces.

Me acerco al aparato que controla el aire acondicionado y me doy cuenta que está en calefacción.

- Panda, esto está en caliente.
- Lo sé.
- En calor tropical.
- Sí.
- ¿Es cosa tuya?
- No, son las de el otro servicio, que tienen frío.

Acabando noviembre y en manga corta. Ahora lo entiendo todo. Las dos salas que tenemos que atravesar son una especie de limbo, las temperatura va adaptándose, preparándote para el clima al que te diriges. La primera vez que voy al baño, antes de formular mi teoría, casi no puedo echar gota del frío que tenía.

Cuando llegan los agentes empieza el verdadero festival. Son 8 pero se quejan como doscientos. Problema de otro. Yo me limito a mirar a mi horizonte particular, una pared de color crema, salpicada por los incómodos rayos del sol de mediodía.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Opposite day



Es nuestro último día de periodo de prueba y no queda casi nadie a quien tirar.
En dos semanas han pasado unas cuantas cosas:
- Han entrado seis personas nuevas.
- Han contratado a un coordinador.
- Han tirado a otros dos comerciales.
- Me han cambiado de mesa.

En mi recientemente creada personalidad pasota los cambios apenas me han afectado. Puede que el último punto en otro tiempo me hubiera mosquedo, pero en mi nueva LowProfileLife me da exactamente igual. Ahora estoy en un sitio más tranquilo, ya no me molestan con preguntas, ahora agobian a otra persona.
El coordinador ha empezado con energía. Hace reuniones diarias antes de empezar la jornada, anima a la gente, tiene iniciativa. A ver cuanto le dura. De momento nuestra relación es de Maestro-Padawan, le enseño como funcionan las cosas y llama a mi extensión unas 523 veces al día.

- ¿Cómo se hace esto?
- Así

Dos minutos después

- ¿Cómo me has dicho que se hacía esto?
- Así.

Tres minutos después

- ¿Cómo me has dicho que...?
- Así.

Las tardes no son aburridas. Punto a su favor.

Como decía antes, quedamos la mitad de los que estabamos en el cursillo inicial, ese para el trabajo tan estable. Solo dudo si se quedará uno, que al teléfono es una de las personas menos correctas que he tenido que escuchar en mi vida. Tutea, trata al cliente como a un colega, habla de temas que no tienen nada que ver con lo que vende...Pero sí, vende.
En cuanto a mi, no tengo nada claro. Ya me han advertido en un par de ocasiones. Una cuando entré enfadado al despacho.

- No voy a poder hacer todo.
- ¿Qué?
- No puedo hacer las escuchas, auditar las ventas, cargarlas y resolver dudas.
- ¿Por qué?
- Materialmente es imposible.

La jefa de multiservicios me mira raro.

- Vamos a ver, si sumo unos 40 minutos por venta, 2 escuchas a cada uno, cargarlas con lo lento que va y tengo a la gente preguntando tonterías en ocho horas no da tiempo.
- Entiendo.

Entiende. Pero después de estar un rato razonando me quedé igual.

La otra advertencia llegó unos días después.

- Hoy tampoco voy a poder hacerlo todo.
- ¿Qué?
- Que no me da tiempo.
- ¿Por qué?

Busco un despertador en el que suene "I got you babe" de Sonny y Cher. Al rato me vuelvo a ir sin respuesta.

A las ocho y algo llaman al despacho a dos comerciales, mi nominado y otro que no vende demasiado. Huele a chamusquina y los otro cinco supervivientes me miran con miedo. "Ni idea", digo con un gesto.

Salen media hora después, ya sin trabajo. Los siguientes minutos los pasamos esperando nuestra invitación al despido. A las nueve y media la gente sale disparada, si no lo han hecho ya no lo van a hacer, pienso. Entro en el despacho con una excusa ridícula y no me comentan nada.

Una hora después salgo del edificio, con el periodo de prueba superado. Mi nuevo yo pacífico martillea mi cerebro. "Ya ves. Sigue así y todo irá bien", dice satisfecho.
Mientras, mi yo antiguo duerme, seguro de que no podré aguantar tanta tontería. Qué bien me conoce el condenao.

martes, 8 de diciembre de 2009

Trabajo estable. Preguntar por Leónidas



Llevamos dos semanas y la cosa se ha animado bastante. No llegamos a los objetivos dementes que nos ha impuesto el cliente, pero rascamos ventas entre una amplia gama de inquilinos de geriátricos. Yo sigo pasando las tardes escuchando llamadas, algo que comenté en la entrevista que no me gustaba demasiado. ¿No ha pedido caldo? Perdone, lo solucionamos en un momento. Aquí tiene un par de tazas. También cargo ordenes, que es en teoría para lo que me habían contratado (ocupa un 10% de mi jornada laboral)
Son las ocho de la tarde del jueves y me llaman al despacho.

- Hemos decidido que vamos a tirar a dos de las comerciales. Te lo decimos para que lo sepas antes de que se lo comuniquemos.
- ¿Y cuando tenéis pensado comunicárselo?
- Ahora. Por favor, diles que vengan.
- Ok.

Agradezco en el alma las milésimas de segundo que me han dado de margen, es un detalle que no se como interpretar. Les digo a las chicas que quieren decirles algo y se desconectan. Por un momento me pregunto si tengo que asistir al despido pero caigo en la cuenta de que soy solo un administrativo.

A los diez minutos salen, recogen sus cosas y se despiden de sus compañeros. No están demasiado afectadas, supongo que dejar de llamar a gente que no espera tu llamada y que ya ha sido bombardeada por la misma compañía a la que representas es un alivio, aunque te quedes en el paro.
Al rato entro al despacho, haciéndome el despistado.

- ¿Y quién ha tomado esta decisión?
- El cliente, llevan unos días en seguimiento por sus ventas. Han estado haciéndoles escuchas desde Madrid.
- Bueno, en mis escuchas no eran tan malas. Y estaría bien que cuando hagan seguimiento también lo hagamos nosotros.
- Lo estábamos haciendo.
- Ah.
Antes de que la conversación se vuelva más absurda me invento una excusa y voy hacia mi mesa.

El único que hace escuchas en la campaña soy yo, la chica de calidad (la que me seleccionó) hace un trabajo testimonial, se encarga de tantas cosas que no tiene demasiado tiempo. Igual para esta gente seguimiento es perseguir a la gente cuando sale. Saber si prefieren McDonalds o Burger King. Los perros o los gatos.

Se acaba el turno y la gente me pregunta por los motivos. Yo contesto que sé lo mismo que ellos (estoy a punto de decirles que también cobro lo mismo que ellos) Y por primera vez en mi vida en el telemarketing no tengo la sensación de estar en el fuego cruzado, puede que algunos de los agentes no se hayan creído mi total ignorancia en el asunto, pero me da bastante igual. No soy su jefe, según mi contrato.

De camino a casa, subido en mi renqueante Speedfight, pienso en las primeras frases del curso de formación.

"Es un trabajo muy estable. Si todos ponéis interés con el potencial que tenéis podéis estar aquí mucho tiempo. Repito, es una campaña estable"

Esta misma noche la página de infojobs regresa con fuerza a mis favoritos.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Square one



Vuelve a ser lunes y llego a mi nuevo edificio cinco minutos antes de mi hora de entrada. Esperamos al chico que llega puntual y nos llevan a otra sala de reuniones. Allí nos dan una serie de papeles para firmar.
- Normas de la empresa: Son todas bastante lógicas. No comer en el puesto, no dar gritos histéricos, no morder al compañero de al lado. Estoy de acuerdo en todo hasta que llegamos a un punto que hace referencia a la vestimenta. "No se puede ir en chandal ni ropa deportiva". No hay problema.
"No se pueden llevar zapatillas".
Miro hacia abajo, mis Adidas zx 750 edición especial Blu relucen con la luz fluorescente. Pienso en todos los zapatos que tengo y en lo incómodos que son. ¿Las Reef técnicamente no son zapatillas, verdad?
Escondo los pies bajo la silla mientras busco la complicidad del resto. Todo zapatos. Pelotas.
- Contrato: En el mío pone categoría "administrativo". No menciona el apoyo a calidad. Qué cosas.
- Retención de la seguridad social: Marco que tengo hipoteca, que me retengan poco, por favor.
- Consejos contra la gripe A: Con dibujos de como estornudar.

Salimos con dos arboles menos en el amazonas y nuestras mochilas llenas. Vamos a la sala que será nuestro puesto de trabajo. Repartimos los logins y empiezan a llamar.

La tarde transcurre entre dudas de los comerciales, paseos de fila en fila y aburrimiento general. En total hacemos dos ventas, en la primera tengo que mirar el manual y tardo casi media hora en cargarla en el sistema. Con la segunda son quince minutos. Si mi trabajo va a consistir en auditar y pasar las ventas espero que la cosa se anime, porque me veo en la calle antes del viernes.
Los agentes se van desaminados, por las llamadas que he escuchado la base de datos que nos ha dado el cliente está formada por un 70% de abuelos de más de 80 años y un 30% de gente a la que le han llamado hace una semana. Me preguntan que como veo las cosa y les digo que tengo la misma información que ellos. Ninguna. Me paso la hora final pasando las escuchas que he hecho y valorando a la gente. Este es simpático y amable, esta habla como si fuera una bestia parda, este tutea hasta al presidente del Imserso.

Mi supervisor me dice que mejoraremos con los días, que es muy normal que se empiece con pocas ventas. Su jefa también parece indiferente ante los desastrosos resultados.

Al llegar a casa, cuando Pastel me pregunta que tal me ha ido el día no se muy bien que contestarle.

domingo, 1 de noviembre de 2009

Sexto primer día



Es lunes y llego a mi nuevo edificio de trabajo con unos minutos de adelanto, mis cálculos de lo que tardaría la chica en hacerme la tarjeta provisional de visitante han sido demasiado pesimistas. Toco el timbre de la puerta que va al despacho, después de haber preguntado en recepción.

- Hola - digo, tímido.
- ¿Ya estás aquí? ¿Qué hora es? - Me dice mi nueva jefa.
- Las doce menos ocho o nueve minutos, según el reloj que consultes.
- Oh.

Antes de darme tiempo a preguntar qué significa ese suspiro ahogado entra la chica que me seleccionó.

- Hola, precisamente te estaba llamando al móvil.
- ¿Ya no ha cursillo?
- Sí hay, pero al decirte la hora me confundí. Es de dos a ocho. Te estaba llamando para avisarte...

Llamando para avisarme a escasos cinco minutos de la hora a la que tengo que entrar. No, no tengo un scooter que corre a la velocidad de la luz.

- No pasa nada. Vuelvo en un par de horas.
- Lo siento, es que estamos muy liados. No te he podido llamar antes.
- Me daré una vuelta por Nuevo Centro. Y así tengo tiempo para comer - pienso que estoy siendo demasiado educado. Mi nuevo yo pacífico me esta dando bastante grima y solo existe desde hace unos segundos.
- Puedes dejar las cosas aquí, el casco...
- Pensaba ir en moto - digo, con el tono menos irónico que puedo.

Me paseo por la pirámide musical, viendo las novedades en dvd y que libros han editado últimamente. Mientras como en la gran M le doy vueltas al tema de las dos horas. Sinceramente, me dan igual, casi lo prefiero. Así mañana puedo comer en casa. Lo que me mosquea es que me digan una cosa y sea otra, no queda muy serio por su parte. Les doy el primer voto de confianza de su cartucho y emprendo el camino de vuelta.

Llego a en punto, no me tienen que hacer una tarjeta nueva y ya empiezo a memorizar la sincronía de los semáforos. La sala de reuniones está llena de futuros agentes comerciales. Nos dan el contrato del cursillo, de seis horas. En ese momento entiendo porque no he podido hacer ocho hoy, lo que alivia un poco mi mala leche interior.

Ese lunes y los cuatro días siguientes pasan entre productos, precios, role playings y demás tópicos. Yo me muero del aburrimiento, porque no participo y me limito a observar a todos. Al presentarme al equipo dijeron como se llamaba mi puesto.

Administrativo y apoyo a calidad.

Llevo trabajan demasiado tiempo en este mundillo como para saber que puede significar el añadido apoyo a calidad. No me van a pagar el sueldo de un coordinador (unos 80 pavos más que el de administrativo) pero tiene toda la pinta de que me voy a cansar de hacer escuchas. Aun así, no me quejo. Oficialmente no soy coordinador. No tengo ninguna responsabilidad en ese sentido. Ellos juegan con las reglas, las palabras y las categorías profesionales para ahorrarse unos euros. Es un juego que no se me da mal, pero de momento no digo nada. He tenido ocho años de líos, agentes sinverguenzas que tenían el convenio como biblia y yo mismo me he aprovechado de algún que otro artículo.

Administrativo y apoyo a calidad.
Me lo quedo.

martes, 6 de octubre de 2009

Turn on the the bright lights





Es viernes por la mañana, mi último día en Iberdrola. Llevo esperando que me llamen de mi futura nueva empresa desde el miércoles, anoche decidí que si no tenía noticias a la hora de salir me acercaría a preguntar.
Mi Iphone vibra a las 10:10. Da la casualidad que no tengo llamada así que contesto de camino a la salida. Como esperaba, a nadie parece importarle demasiado.

- Hola Santi. Perdona que te llame tan tarde pero hemos estado preparando el arranque y no hemos tenido tiempo.
- No pasa nada. Estaba a punto de presentarme allí con un cinturón cargado de explosivos.
- No hará falta, tranquilo.

Me explica que el horario que me comentó ya no será mi horario, que el turno de mañana desaparece y solo habrán operadores por la tarde. Jornada intensiva en lugar de partida. Por mi perfecto.
De 13:30 a 21:30. Una semana de cursillo inicial, como no. Será de 14 a 20, pero como yo firmo contrato de "estructura" entraré a las 12 para familiarizarme con el sistema de administración de la empresa.
De doy las gracias más sinceras que recuerdo haber dado nunca.

Vuelvo a mi puesto tranquilo, disfrutando de las últimas horas como agente (de momento). Le prometí a Vicente que mi último día haría una presentación especial conmemorativa y es hora de cumplir.

- Buenos días, le atiende Juan Connor, ¿en qué puedo ayudarle?
La mujer se queda callada un momento pero hace la consulta. Realizo la gestión, pero el homenaje tenía despedida.
- Gracias por llamar a Skynet.

A las 14:00 bajo las escaleras por última vez, me despido de mis compañeros deseándoles lo mejor y me voy para casa. Debería preocuparme la incertidumbre del nuevo trabajo, si les gustaré o me tirarán a los dos días. Si mis jefes serán tan inteligentes como todos los anteriores. Si acabo de liberar al único pájaro que tenía en mis manos solo para mirar a los cien que vuelan en un cielo nublado.

Hace tiempo que mi cerebro trata como spam ese tipo de pensamientos.

domingo, 27 de septiembre de 2009

The end and Kito



Al final sí llamaron.

Fue una semana después, para decirme que aun no sabían cuando empezaba, pero no querían que me quedara esperando. El lunes siguiente me confirmaban que empezaba un curso otro lunes. Ahora es cuando ponéis "monday, monday, monday" de Tegan & Sara en vuestros respectivos reproductores multimedia.

Llevo al trabajo y me voy directo a hablar con mi supervisora.

- Hola, precisamente quería hablar contigo. Tengo que darte tu valoración.
- Genial - le digo. Aplazo mis noticias para un momento menos interesante.
- Te he estado escuchando y lo haces muy bien. No te he encontrado ningún fallo. Eres mi mejor agente.
- Algo malo tendré...- a ver que dice ahora, pienso.
- Las llamadas que te he escuchado no. Todo perfecto.
- ¿Y los tiempos?
- 30 minutos por debajo de lo que nos piden.

La miro con los ojos más tiernos que puedo poner.

- ¿Qué querías decirme?
- Me voy, quiero pedir la baja voluntaria.
- Ya.
- Es en serio. Me han llamado de otro sitio y he dicho que sí.
- ¿Estás mal aquí?

Déjame pensar. El primer día nos tratasteis como a cucarachas, me das mi primera valoración dos meses después, levanto la mano y la gente que pasa delante de mi durante los doce minutos siguientes me tira monedas en el casco.

- No, que va. Pero me pagan más. Ocho horas de lunes a viernes.
- Entiendo.
- Además, seguro que sabes que he sido coordinador casi nueve años y aunque como agente la vida es tranquila y sin responsabilidades no me da para vivir.
- Joder, ahora que tenía a alguien bueno en mi grupo te vas.
- Una pena. Lo siento.

Intercambiando más de dos frases con ella me doy cuenta de que no me cae mal. Es la más joven del equipo Hutt y por como la tratan no es la mejor colocada en la escala de mando.

- Bueno, si ves que necesitan a alguien allí acuérdate de mi. Nunca se sabe.
- Vale. ¿Cómo tengo que pedir la baja? Donde trabajaba había que hacer una carta manuscrita.
- Lo pregunto en administración y te digo.
- Gracias.
- Me da pena que te vayas. De verdad.

Me voy a mi puesto y a los diez minutos viene y me dice que tengo que hacer una carta manuscrita.

Pienso en la miseria de finiquito que me quedará, este mes nos han pagado el curso de formación por segunda vez por error y seguramente el fin de la relación con la empresa me saldrá a devolver. Nos dimos cuenta del error en cuanto recibimos la nómina, pero todos lo que quedamos del turno de mañana del cursillo pactamos no decir nada.

Los de la tarde son más tontos o más honrados. Apuesto por lo primero.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Cambio!



Entre entrevista trampa y entrevista absurda tuve una que me dio buenas sensaciones. El puesto era para coordinador y el lugar de trabajo a cien metros de donde estaba trabajando. Lo malo es que me llamaron el mismo día de la entrevista, que era a las 16 y yo salía a las 14. Tras pensarlo mucho vine a casa para 60 minutos. Tampoco era plan de ir en bermudas y barba de dos semanas, así que aproveché para cambiar mi look. Cuando me subí a la Speedfight parecía otra persona, un tipo formal.
Llego diez minutos antes y me hacen rellenar una ficha con datos personales, un resumen del curriculum y cuarto o cinco tonterías más. Que una entrevista empiece así no augura nada bueno, ya traigo cuatro folios con todo mi historial, exactamente lo que me habían pedido horas antes.
Al rato sale un chica y me invita a sentarme en una mesa al lado de recepción.

- Vamos a empezar hablando de tu experiencia laboral.

Le digo lo mismo que le acabo de escribir, lo mismo que dice el curriculum que le acabo de entregar, lo mismo que ponía en mi ficha de la página web de empleo. Ella asiente y hablamos de las tareas que hacía en mis puestos de trabajo, de mis opiniones (semi-censuradas) de los sitios en los que he trabajado y de en que me gustaría trabajar. Piloto de cazas, director de cine, francotirador.

- Ahora mismo tenemos dos puestos que ofrecerte. Uno es de coordinador, con las mismas funciones que has hecho pero para una campaña de emisión. El otro es de administrativo para otra campaña también de emisión, pero en un sector que conoces bien.
- En principio cualquiera de las dos opciones me interesan. Como coordinador puedo aportar experiencia pero puedo hacer los dos trabajos.
- Por lo que hemos hablado te veo más en el de administrativo, pero puedes elegir.
- Sí, yo creo que como administrativo estaría mejor.

La verdad es que no tengo mucho interés en volver a ser coordinador, es estar en un fuego cruzado entre tus superiores y tus agentes. No le puedes dar la razón a uno porque el otro se enfada. Unos te piden y los otros no te dan.

- Lo único es que según convenio el sueldo de administrativo es más bajo que el de coordinador.
- No hay problema - digo, después de pensarlo unos segundos. Unos 90 euros menos compensan con vivir algo más tranquilo.
- ¿Y de sistemas informáticos como andas?
- Muy bien. Controlo bien el excel (rezo porque no me pongan una prueba ridícula como la del distribuidor aquel) y los sistemas internos que teníamos en Vodafone. Centre Vu, Clarify...
- ¿Eres bueno con el Clarify?
- Posiblemente no hay en esta ciudad nadie mejor que yo con ese programa - suena chulo pero puede ser cierto. Le he dado doscientas vueltas y he apretado todas las teclas. Es uno de los programas más lentos del planeta, pero contengo el comentario.
- Eso nos puede venir muy bien - dice, mirando a su derecha. En el puesto de recepción ha aparecido una persona que no he visto entrar.
- Aprovechando que está aquí voy a presentarte a la jefa de servicios.

Nos saludamos y se sienta junto a la entrevistadora.

- Me ha gustado mucho lo que he oído. Vamos a empezar una campaña y no tenemos ni idea de Clarify, necesitamos a alguien que controle el programa y tu das muy bien el perfil.

La entrevista continua un rato más y me confirman que están muy interesados en que trabaje para ellos y que si quiero el puesto de administrativo es mío. Les digo que tengo que preavisar en Iberdrola y me comentan que aun no tienen claro cuando va a empezar la campaña, que me mantendrán informado e intentarán avisarme en cuanto tengan noticias para que pueda avisar.

Bajo los diez pisos en el ascensor futurista pensando que seguro que pasará algo y que al final no saldrá bien, que todo es sospechosamente agradable. Las instalaciones son nuevas, los ordenadores impecables, tienen toda la décima planta de un edificio de lujo y parecen amables. No me creo nada.
Salgo con la tarjeta de visitante y me despido de la recepcionista.

Era cuestión de esperar.

miércoles, 12 de agosto de 2009

The Valencia Earphone Massacre



Es día 30. Nuestro periodo de prueba acaba hoy, si pasamos las seis horas que quedan seremos oficialmente trabajadores con contrato de obra, lo que en el telemarketing significa que estás blindado. Hablo por experiencia, yo he intentado tirar a unos cuantos teleoperadores que hacían lo que le salía de las narices y jamás lo conseguí. Es imposible.

En mi primera pausa visual me encuentro con una de mis compañeras de curso, ya de por si histérica.

- ¿Crees que nos van a tirar? - en treinta días me ha hecho esa pregunta unas dos mil doscientas veinte veces.
- No tiene pinta, la verdad. Si han estado ofreciendo ampliaciones de horario es porque necesitan a gente. Y no nos hemos tragado seis semanas de curso para que ahora nos larguen - le repito casi literalmente lo mismo que le he dicho desde la primera vez que me preguntó.
- Es que Vicente dice que hoy nos vamos todos a la calle.

Vicente es mi excompañero de almuerzos, veinte minutos que ya no compartimos porque ha ampliado horario y le han cambiado las pausas. Está deseando que lo tiren, para cobrar el paro y olvidarse de esto.

Vuelvo a mi sitio y la mañana transcurre como siempre. Gente que no paga, gente a la que le cortan el suministro, gente que quiere pagar hoy mismo.

En la segunda pausa me encuentro con Vicente y otra chica de nuestra promoción. Me uno a su marujeo.

- Tio, no le digas a ciertas personas que nos van a tirar seguro que luego me taladran a mi.
- A todos no, pero muchos nos vamos a la calle hoy. Yo entre ellos.
- Veo que mantienes intacta la fe.
- Ya verás.

Sobre las doce me tomo mi penúltima pausa y veo cierto movimiento. La verdad es que el es puesto que me ha tocado esta semana no me entero de nada, estoy en un rincón cerca de una ventana y me paso la mañana sin saber que pasa en el resto de la plataforma, pueden estar acuchillándose con cutters oxidados que hasta que no se acercaran a pincharme yo seguiría tan feliz.

- Han empezado a llamar a la gente - me dice Lorena. Mala leche, directa, un poco chula. Me cae genial, la verdad.
- ¿Cuándo?
- Hace un cuarto de hora. Se los llevan al despacho del tipo ese de traje y salen con una hoja.
- ¿Cuántos?
- De momento cinco o seis, pero creo que vamos todos.

Menudos hijos del demonio, pienso en voz alta. Paso por que nos tiren el último día, en Cutretech también se hacía así. Apuran hasta lo que les permite la ley. Pero por lo menos allí avisaban a primera hora, no te tenías que comer un último día con esa intranquila sensación de no saber si van a venir a por ti o no. Y te pagaban el día, tenían esa delicadeza. Aquí ni eso.
Vuelvo a mi micromundo y subo el asiento, para tener una vista panorámica de la película.

Siguen desfilando. Me paso las llamadas mirando a mi espalda, esperando que alguien venga a por mi. Son las 13:20 y aquí no aparece nadie. Última pausa. Me la tomo en el puesto, para que me vean lo menos posible.

Llegan las 14:00 y me desconecto del teléfono. Camino despacio, en linea recta. Me encuentro con Roberto que me dice que a el tampoco le han dicho nada. Firmamos la salida lo más rápido que nuestro estilo caligráfico nos permite y salimos por la puerta, acelerando el paso. Bajo nos encontramos con cuatro de las chica a las que han tirado. Me enseñan la carta "no supera el periodo de prueba". Lo de siempre, yo mismo he dado unas cuantas igual a esta.

- No nos han dado ninguna explicación. No damos el perfil.

Es cierto que algunos casos se veían venir desde el primer día de curso. Otros eran más dudosos y tres o cuatro injustos. Todos a los que han tirado había firmado ampliación de horario. Igual no les gusta la gente que tiene ganas de trabajar. Me despido de ellas y les deseo suerte en lo que vayan a hacer. Todas afirman que querían que las tiraran, que el trabajo era una mierda y las condiciones pésimas.
Con un mes de experiencia, una vez adaptado, para mi el trabajo no está nada mal. Haces tus seis horas, nadie te dice nada, (al menos a mi. Un día pregunté si me podían dar la media de mis tiempos de llamada y me dijeron que no) la responsabilidad es nula y las mañanas se pasan rápidas. Es cierto que si levantas la mano puede venir una bestia parda a atenderte, pero eso tiene fácil solución. Apáñatelas como puedas.

No sé que tipo de trabajo buscará esta gente, pero creo que los puestos de ricos y famosos están todos ocupados.

jueves, 23 de julio de 2009

La prima lejana de Juan Connor



Hay una tipa que debe ser de planificación, que me suena una barbaridad. El problema es que con tantos años trabajando de coordinador en el maravilloso mundo del telemarketing hacen que te olvides por completo de los nombres de las personas, de donde y cuando las has conocido, de esas personas que te saludan en la Fnac y que trás cinco minutos de conversación evitando nombres y lugares sigues sin saber de que demonios las conoces.
Además, su aspecto no ayuda. Ojos caídos, nula sonrisa, pelo liso, lupas de pasta. Y yo que sé.

El caso es que hoy, en mi primera pausa visual, a eso de las 8:58 ha venido a buscarme al office (office = sala de descanso).

- Llevas 8 minutos en pausa.
- Imposible. Llevo dos y medio - le contesto enseñándole mi cronómetro. Mi compañero de descansos me mira extrañado. El ha salido unos segundos antes.
La tipa me mira raro y sale por la puerta. Le sigo. Le digo que cronometro todas mis pausas pero parece no escucharme. A medio camino me paro, estoy desperdiciando mi pausa visual.

- No me ha dicho nada más, parece que ha dado el mensaje y se ha autoprogramado - le digo a mi compañero mientras vamos hacia nuestros puestos.

En el mio me espera McKein, con su voz ronca y sus frases siempre amables.

- Estas nueve minutos en pausa visual. Conéctate ya!
- Estoy cuatro y me queda uno, a no ser que los relojes Casio se ralenticen - le digo enfadado, enseñándole el cronómetro. Por la forma en la que me mira parece que no ha visto un reloj digital en su vida.
- Bueno, conéctate.
- Me conectaré cuando el Casio marque cinco minutos exactos.

Los marca y me conecto. Y entonces me doy cuenta de todo. Esa tipa es la prima lejana de Juan Connor. Por eso me sonaba, la conocí en el futuro. Juan la envió para evitaría mi inminente despido generado por las máquinas, en concreto por los ordenadores último modelo de la empresa. Por eso me cuesta tanto entrar en el sistema cada mañana. Por eso cada vez que pulso el acceso directo para ver una factura puedo echar una cabezadita.

La prima de Juan Connor. El futuro tiene muy mala pinta.

martes, 21 de julio de 2009

It's raining, man




Son las 4 de la mañana y estoy despierto, mirando por la ventana de la habitación como caen gotas con forma de m&ms. Tarde o temprano tenía que pasar, en Valencia no llueve casi nunca, pero cuando lo hace deja en evidencia lo poco que pensaron los que asfaltaron las calles. Cambio la hora del despertador y vuelvo a dormir, con un poco de suerte me despierto y no llueve.

Son las 6:30 y no, no ha parado. Para darle emoción a la cosa de vez en cuando para y a los pocos segundos vuelve a empezar. Me voy al ordenador a ver las noticias. A las 7:00 saco la mano por el balcón y estoy convencido que va a parar. A las 7:20 llueve a cántaros. Tendré que pillar el bus de la muerte. Si he de palmar por lo menos que sea antes de entrar a trabajar.

A las 7:32 una señora saca la mano y hace el gesto de parada al conductor. El tipo la ve y acelera. La mujer y un hombre calvo con un paraguas gigante se cagan en todos sus familiares y sus muertos recientes. Dos minutos después subimos a otro bus.
A medio camino deja de llover. Sé que ya no lloverá en lo que queda de día.

Antes de llegar a la parada del metro el autobus de la muerte toma un camino alternativo. Alucino por unos segundos, hasta que caigo en la cuenta de es imposible que no llegue tarde, así que me dispongo a disfrutar de la aventura. A ver a donde me lleva. Un rato después un ecuatoriano solicita la parada y veo una estación de metro. Le sigo, ciegamente.

El billete me parece caro, euro y cuarenta por un trayecto tan corto es un robo. Son las 7:54 y el panel anuncia una parada a las 7:56. Llega y en el luminoso pone que va a Paterna. Dudo. Decido no subirme. Se va y miro el plano. Sí, era mi metro.
Paco Martinez Soria levanta el pulgar en su tumba.

Llega otro metro, no es el mio. Son las 8:01.

A las 8:04 llega otro que no marca Paterna pero ya me da igual. Subo. Acierto. A las 8:16 salgo de la estación subterranea. Un sol radiante me recibe en la superficie. Utilizo las escaleras, me doy tiempo para pensar si avisar que he llegado tarde o intento entrar reptando hasta el puesto que tenía ayer. Sí, tengo que recorrer más de media plataforma, lo sé.

Entro y no digo hola a nadie, analizo la zona y encuentro la ruta menos concurrida. Me siento en el puesto como si estuviera jugando a las sillas musicales con una remezcla de Fatboy Slim. El ordenador tarda menos de la normal y a las 8:43 atiendo mi primera llamada.

En el descanso me acerco a las firmas y una de las coordinadoras ve mis intenciones.

- No había firmado.
- ¿A qué hora te has conectado al teléfono?
- A las 8, como siempre. Se me ha pasado firmar porque he estado iniciando el ordenador.
- Ah. Vale.

No lo hago por los 20 minutos de retraso. En mi nómina equivalen aproximadamente a un 1,63€. Es solo una demostración más de mi teoría. Si uno de mis compañeros de curso le cantara el "Hallelujah" de Leonard Cohen en la versión del gran Jeff Buckley a un cliente mientras este le insulta porque un operario le está cortando el suministro, el resultado sería el mismo.

A las 13:52, mientras guardo mis apuntes en la bolsa y apuro la última llamada del día, mi coordinadora se situa a mi espalda. Vale. Son mejores de lo que pensaba, les he menospreciado.

- Santiago, ¿te interesa ampliar horario?
- ¿Perdón?
- Sí, ampliar horario. Puede a ser 7 u 8 horas diarios, solo para agosto o para siempre.
- En principio no, pero mañana te lo confirmo.
- Muy bien.

El mal siempre gana.

martes, 7 de julio de 2009

Day 5: the groundhog hour



Llego arrastrando los pies, apurando cada escalón. Son las 7:58 y es inevitable. Pregunto si tengo que sentarme en el mismo sitio que la semana pasada y me dicen que no, que el dueño del puesto ha vuelto de donde quiera que estuviera.
Trás consultar listados me ponen cerca del resto de mis compañeros de curso, parece que se van dando cuenta de que separarnos tanto solo provoca que tenga que andar más.
Enciendo el ordenador, me conecto al teléfono. Son las 8:03.

A las 9:00 el ordenador sigue en un fondo de pantalla de Windows, ese que es una foto de un campo perfecto. Supongo que a alguien le parecerá relajante, pero estar mirándolo durante una hora, pulsando cada diez minutos al icono del programa de gestión lo convierte en alucinógeno. A las 8:30 empiezo a ver al Teletubbie morado, con esos movimientos tan naturales. A las 8:42 salen sus tres colegas y empiezan a bailar, el sol con la cara de Jabba the Hutt sonríe feliz.
A las 9:02 me levanto y pregunto si puedo cambiarme de sitio. Me doy cuenta de que el único que está preocupado porque no estoy atendiendo llamadas soy yo. Me dicen que no, que espere. Vuelvo a Teletubbielandia y me encuentro que el paisaje idílico ha desaparecido y en su lugar hay una pantalla que no me suena de nada, pidiéndome un usuario y un password. No hay problema, el primer día me dieron muchos.
A las 9:18 empiezo a trabajar.

Es el día siguiente y llego arrastrando los pies, apurando cada escalón. Pregunto si tengo que sentarme en el mismo sitio y me dicen que sí. Una voz sale de la pantalla aún apagada. ¡Una abrassadaaaa!
Seguro que el ordenador hoy no me hace la misma jugada, pienso.
A las 8:25 sé que esto va para largo y me lo tomo con filosofía. Levanto la mano y viene una mujer con cara de susto permanente, luego una de las pequeñas Jabbas y por último una con mala leche (que parece que es la informática del equipo Hutts)
Deciden que lo mejor es botonazo y reiniciar. Yo les digo que eso ya lo he hecho pero no me hacen mucho caso. A las 8:50 me levanto y voy hacia ellas:

- Esto no va. ¿Puedo tirar el ordenador por la ventana?
- No.
- ¿Los comprasteis a la NASA, verdad?
- ¿El qué?
- Los ordenadores.
- No.

Les digo que yo no vuelvo a ponerme delante de esa pantalla y me buscan otro sitio. A las 9:21 empiezo a trabajar.

La nueva zona no está mal, la gente que tienes al lado atiende llamadas (a la tipa que tenía a la izquierda en la zona empresas le entraba una cada 20 minutos) y si levantas la mano en lugar de tardar 15 minutos tardan 12. Algunas coordinadoras/supervisoras/loquesean te miran como personas normales y hasta he conocido a una agradable.

A las 14:00 todo el mundo es maravilloso.

domingo, 5 de julio de 2009

Day 3: The Frankenstein's tactic (or How to be a Predator)



Lo mejor es pasar desapercibido. Se lo decía a mis compañeros de curso en nuestros almuerzos de tostadas y cafe con leche (o zumo). Que sepan tu nombre y poco más. Preguntar poco, mimetizarte con tu pequeño cobículo. Yo he llevado esa filosofía hasta el extremo, tanto que el segundo día trajeron el contrato para que lo firmáramos a la salida y todos lo hicieron menos yo. No hacer ruido. Entrar y salir.

La mañana pasa relativamente rápida, el descanso de 20 minutos es muy entretenido, uno de mis colegas de promoción está deseando que lo tiren desde última palabra de la primera llamada que atendió y me cuenta las barbaridades que va haciendo. Llamadas de 35 minutos, irse en pausa en lugar que en descanso...No quiero desanimarle, pero me temo que si se ahorcara con el cable del teléfono solo se darían cuenta porque la persona que ocupa su sitio por la tarde se quejaría de que está ocupado.

Yo tengo otro tipo de problemas. Mis llamadas son rápidas, puede que demasiado. La gente a la que me toca atender se queda contentísima, pero como el sistema va cuando le apetece y tampoco lo controlo demasiado, hay veces que me dejo las cosas a medio hacer. Solución: he descubirto un nuevo modo de pausa. "Trabajo administrativo" se llama. De momento lo he utilizado un par de veces y nadie me ha dicho nada, así que hasta que llegue el toque de atención pulsaré el botón en situaciones desesperadas.

Ah, y he levantado la mano, no he podido evitarlo. Pregunto a un tipo rapado, con cara de jugador de baloncesto serbio. No sé si es coordinador, supervisor o jefe supremo de los operadores de la Haya. Pero puedo asegurar que es la alegría hecha carne y hueso. La cosa ha sido más o menos así:

- Hola. Mira, a esta mujer le han cortado el suministro por deuda y ha pagado, quiere que le volvamos a reconectar...
- ¿Tienes el manual?
- ¿Cual de los dos?
- Los dos.
- Sí.
- Busca "devolver a la vida" y así es como se hace.
- Genial. Muchas gracias.

La respuesta me suena del curso, sé que lo hemos dado pero son 900 páginas y a la 400 me pregunto si el tipo no tiene ni idea de como se hace o si su madre lo abandonó en la puerta de EuroDisney y lo han criado personas disfrazadas de ratones gigantes. Decido que paso de seguir buscando, si al calvo no le importa si lo hago bien o mal a mi menos.

A la salida, mi compañero de almuerzos me comenta que han empezado la segunda ronda de cursos de incorporación, que en lugar de durar mes y medio duran dos semanas.
Parece que alguien se ha decidido a pensar con un poco de lógica. Total, se van a enterar lo mismo y van a dejar de perder cuatro semanas de sus (seguro) interesantes vidas.

jueves, 2 de julio de 2009

Day 1: This is Sparta!!!



Llego a las 7:52, nos dijeron que entráramos un poco antes para que nos dieran usuarios, contraseñas y demás datos vitales. A las 8:10 sigo esperando que me situen, algunos de mis compañeros de curso están ya sentados y como nos temiamos cada uno se va a sentar en un extremo. Primer gran acierto estratégico, tienes a 20 nuevos y los separas tanto te permite el mapa. O les da exactamente igual como lo hagamos o confían ciegamente en nosotros.
A las 8:18 me sientan en una zona que parece de atención a empresas. Enciendo el ordenador y como es lógico ninguno de los passwords funciona. Viene un técnico gigante, luego otro muy canijo y al rato consiguen pasar de la pantalla de inicio de Windows.
A las 8:50 empiezo a atender llamadas. Me doy cuenta de que lo hago mejor de lo que me esperaba, aunque la sensación de inquietud que te dan los dos programas que no funcionan me pone un poco nervioso. La gente pregunta y yo voy tirando de manual. Una mujer me pregunta por el talón de pago de su factura y eso solo se puede mirar por uno de los programas que no va. Levanto la mano. La estatua de la libertad sonríe en NY, sabe que con una antorcha la postura es mucho menos ridícula. A los 15 minutos aparece un ser de silueta extraña, con cara de bulldog. Con un tono mezcla de odio e indiferencia me dice que eso no lo hacemos nosotros, que le remita a otro número. Se lo digo a la mujer (que lleva esperando 24 minutos) y esta, incrédula, me dice que es el mismo que ha marcado para hablar conmigo.

Me prometo a mi mismo no preguntar más.

Al final consigo los datos gracias al bendito manual. Levanto la cabeza para ver que tal les va a mis compañeros esparcidos por la pequeña tierra media. Las pocas caras que reconozco están flipándolo.

Esta gente nos odia a muerte. La historia es la siguiente, su empresa ha perdido el servicio que prestaban y la que nos ha contratado a nosotros se ha quedado con la campaña. La nueva empresa ha contratado a todos los que trabajaban en la antigua (que les finiquitó y estos trabajadores se han llevado una pasta)pero a estos algo les huele mal. Los cuatro desgraciados que entramos nuevos lo hacemos en horarios que muchos de estos animalitos querían y parece que tengamos la culpa. Ahora todos tenemos la misma antiguedad, así que no tienen preferencia horaria. Lo siento tanto...

La mañana sigue y voy resolviendo las llamadas como puedo, en un par de ocasiones tengo que cruzar los brazos para no levantar la mano. Una de mis compañeras de curso, la que tengo más cerca, no para de preguntar y la cara de asco con que la miran es para hacerles una foto y enviarlas a uno de esos programas de fotos de mascotas.
Si yo en 8 años de coordinador llego a atender así a algún agente incorporado ese mismo día me hubiera llevado una bronca de las que hacen historia. Aquí parece que lo raro es tratar a la gente con educación.

A las 14:00 cuando voy a firmar la salida me quedo mirando al grupo de encantos que tan amablemente nos han ayudado. La cabecilla mide 1,50 y pesa como yo. Y entonces me doy cuenta de todo. Para ascender en la empresa tienes que comprometerte a parecerte cada día un poco más a Java el Hutt.

Bajo los cuatro pisos por las escaleras, pensando en lo mal que lo pasó el pobre Han Solo, en Chewie y Leia, cuando fallaron en su rescate. En Luke y el redimido Lando Calrissian. En la estatua de la libertad, con la mano levantada y el manual pegado al pecho.

domingo, 7 de junio de 2009

Entrevista tipo 5: en ráfaga (aka: cuatro entrevistas y un cursillo)



Después de un par de meses de nula actividad, en Mayo me llamaron para varias entrevistas, en una semana contesté al teléfono más que en todo el año. La primera fue para responsable de Help Desk en una empresa de software, tuve que pasar una primera con una chica de una empresa de selección y la semana siguiente me llamó para comunicarme que mi curriculum les había interesado y tenía que ir a Torrent a una entrevista larga con los dueños de la empresa.
Como mínimo dos horas, dijo.
Entre la primera y la segunda llamada tuve otra entrevista, esta vez en una armería de Valencia. Llego 15 minutos antes, de mi casa al centro hay poco más de 10 minutos y sabía donde estaba el sitio (google maps patrocina este parrafo), había pasado por la puerta más de 2000 veces.
El tipo está hablando con un representante-colega y me tiene esperando los 15 de adelanto más 10 de propina. Da igual, me entretengo mirando las cosas que venden. Acaba y me sube a un despacho que a un Hobbit le parecería presidencial, pero que para un humano de tamaño normal es ridículo. No puedes estar de pie.
Le empiezo contando mi vida, le comento que tengo el título de maestro armero, sacado en la época más aburrida de mi vida.

- Así que fuiste armero en la policia militar.
- Sí, al menos me entretenía desmontando Zetas.
- Aquí sobre todo tenemos clientes cazadores.

Imaginaba que los traficantes de armas no compran en armerías, pero me abstengo de hacer el comentario porque las condiciones del trabajo son buenas y no quiero pecar de gracioso en la primera cita. La entrevista continua bastante normalita, no se hace larga y parece que tengo opciones.
Nos despedimos y me dice que me llamará la semana que viene. Dudo que el resto de candidatos tenga el título de armero, así que en ese momento pensaba que el trabajo era mio.

La semana siguiente me llama el tipo y me dice que han seleccionado a otra persona con más experiencia en atención al cliente. Más experiencia en atención al cliente, le repito con tono entre calmado e indignado. Cuelgo antes de oir más tonterias.

Dos días después voy a la entrevista de Torrent sin ganas. Me cuesta encontrar el sitio, la gente que vive en ese pueblo no sabe el nombre de sus calles y en lugar de reconocerlo te mandan al otro extremo. Llego justo, me esperan tres tipos y ráfagas de preguntas.
Las primeras son personales, lo de siempre. Luego hablo de mi experiencia como coordinador, de como funcionaban las empresas en las que he trabajado y alucinan. Como el público es agradecido me voy animando y les saco un par de carcajadas. Hora y media después dan la entrevista por terminada, me enseñan el cuchitril donde tienen a los operadores y me dicen que a final de semana me llamará la chica que me hizo la primera entrevista con el resultado.

La chica me envía un email la semana siguiente diciendo que la empresa me considera un candidato muy válido pero se quedan con otro de los entrevistados no enviados por ella. Ni me indigno, después de lo de la armería todas las ofertas de trabajo me parece una farsa.

Días antes me habían llamado de una empresa de telemarketing, en la oferta habían 1500 apuntados y me seleccionan para hacer un curso de mes y medio sin cobrar (te pagan 300 euros cuando lo termines y empieces a trabajar). Elijo turno de mañana, paso de pasarme las tardes-noches dentro de un zulo, ya lo hice durante 3 años y aunque tenga que madrugar prefiero echarme una siesta a mediodía.
Llevo ya 3 semanas de curso, de 8 a 14. Es como ver una serie española durante seis horas seguidas, cada día. No hace falta decir más.

Para terminar, el miercoles a las 15 me apunto a una oferta de infojobs, administrativo con excel e inglés. Me llaman a las 16. Una pequeña entrevista telefónica y la tipa me dice que me envía dos pruebas de excel por mail, que las haga en cuanto pueda. Vale. Las pruebas son de 50 y 45 preguntas sobre fórmulas, con una duración estimada de hora y media cada una. A los 20 minutos estoy hasta las narices, me han fastidiado la siesta y empiezo a contestar por instinto. Acabo en media hora las dos.
Me llaman un rato después, estoy seleccionado. Me explican las condiciones y ahí esta la trampa, se cobra bien pero es solo para cuatro meses. Lo pienso unos segundos. El rollo del curso es casi insoportable y cobraré menos pero parece más estable (parece). Les digo que si es para cuatro meses no me interesa, aunque podría haber tirado una moneda al aire y dejar que ella decidiera, porque al decirlo me doy cuenta de que seguramente me habré equivocado.

Ya veremos.

miércoles, 6 de mayo de 2009

La semana que viene...

tengo dos entrevistas que promenten ser carne para el Necronomicón.

Coming soon!

domingo, 8 de febrero de 2009

Entrevista tipo 4: en el anuncio pone liebre pero te ofrecemos gato



Me levanto a las 9, hace demasiado tiempo que me acuesto a las tantas y lo primero que hace mi cuerpo es rechazar la debil orden del cerebro. El movil-despertador suena por tercera vez y lo apago definitivamente. Un poco más. Las 9.
Me lavo la cara, los dientes e intento dar sentido a mi pelo afro. No me afeito, la oferta no es tan interesante.
Salgo con el tiempo justo, es por el centro y el sitio se localiza facilmente con el google.earth, así que llego sin problemas. Puntual como un reloj Casio de hace 20 años. Sin polígonos no hay emoción.

Entro, es una especie de tienda de aparatos para el agua. No hay nadie para recibirme. Espero unos minutos y me decido a avanzar hacia una puerta entreabierta.
Sale un chaval con camisa nueva.

- Hola, vengo a una entrevista.
- ¿A una entrevista?
- Sí.

Se queda en pausa unos segundos. Le digo el nombre del tipo que me tiene que entrevistar. Se reinicia y va a buscarlo.
Un rato después sale otro tipo con camisa nueva. El traje completo.

- Pasa por aquí.

En realidad no pasamos a ningún sitio, es una zona de la tienda con un montón de cuadrados de cristal que hacen de pared. El tipo saca un ordenador portatil de hace cinco o seis años y me pone una presentación en power point.

- Lo que buscamos en nuestra empresa es esto.

La presentación empieza y yo me plateo si aun sigo durmiendo. Me pellizco la pierna. Busco cámaras ocultas. El tipo lee las frases que van saliendo en la pantalla, con diferentes colores.

- Bueno, antes de seguir explicándote más sobre nosotros cuéntame un poco cual es tu experiencia laboral y lo que estás buscando.

Se lo explico de forma mecánica y con poco interés. De vez en cuando miro la pantalla, a ver si el power point avanza y sale un juego de spectrum.

- Parece que ha habido algún error al llamarte, porque lo que buscamos son técnicos de agua.
- Hombre, en el anuncio ponía que buscabais teleoperadores para recepción de llamadas.
- Tenemos varios anuncios.
- Yo solo me inscribí a uno.
- Debe haber un error, sí.
- Seguro.
- De todas formas, tienes perfil comercial.
- Pero no soy técnico de agua.

El tipo parece aburrido y decide contarme de que va la cosa, yo le miro e intento que entienda que me da igual que es lo que quiere que venda. Sables laser, bombas de humo, criaderos de gambas.

- Todos los hogares deberían tener uno de estos aparatos purificadores de agua. El agua que bebemos, incluida el agua embotellada está llena de componentes nocivos, a la larga malos para nuestra salud. En las visitas hacemos un análisis y demostramos a los clientes que la mejor forma de tener agua sana y económica es instalar uno de nuestro equipos. Y se vende solos, porque....

Sigue hablando y me entran ganas de comprar uno de esos bichos arregla-agua. Son la salvación.

- ¿No te veo muy convencido, crees que servirías para el trabajo?
- No.
- ¿Por qué?
- Porque no soy un técnico de aguas (sí, me has hecho madrugar y lo vas a pagar)
- Pero podrías aprender, no vas a ir a vender solo los primeros días.
- Lo veo demasiado complicado. Las pruebas de agua, las comparaciones...
- Es todo práctica. En dos días lo tienes controlado.
- Bueno, yo bebo bastante agua.

El tipo me lanza su mirada más comercial e intenta calibrar esa última frase.

- ¿Vendrías mañana a una entrevista con unas 15-20 personas? En realidad no es una entrevista, es como una reunión para ver como se expresa la gente.
- No, la verdad es que el trabajo no me convence demasiado.
- Aquí puedes ganar mucho dinero y tienes opciones de prosperar en la empresa, hay muchos puesto por cubrir, has tenido la suerte de que estamos empezando y podrías formar parte de la base.

Le miro y pienso dos veces la frase que le iba a soltar. El tipo aprovecha el parón y pone en marcha el power point. La segunda parte es mejor que la primera.
Los primeros tres meses son sin contrato, empiezan a salir cifras con más colores, tienes que vender x aparatos...
Como no llevo reloj saco el movil para ver la hora. Ya llevo allí 20 minutos, 19 más de los que debería.
La presentación se acaba y el hombre vuelve a preguntarme.

- ¿Cómo ves el trabajo? ¿Te ves capaz?
- No.
- ¿Lo ves complicado?
- No soy técnico de aguas.

El tipo parece darse por vencido y me acompaña a la salida. Por el camino nos cruzamos con una chica que lleva unos cascos con micrófono.

- ¿Aquí trabajan teleoperadores?
- Sí.
- Yo me apunté a una oferta para teleoperador.
- No estamos buscando ahora mismo.
- Deberían revisar sus anuncios. O tendrán entrevistas parecidas a la mia.

El hombre me da la mano y me abre la puerta.

Subo en la speedfight pensando en cuantos aparatejos de agua habrán vendido a los entrevistados y en cuantos entrevistados acaban trabajando en algo a lo que no se apuntaron.