domingo, 7 de septiembre de 2008

Ciclistas, esos psicópatas olvidados



Tantos viaje de ida y vuelta a la ciudad gracias a mi maravillosa jornada partida están consiguiendo que me quede sin batería en mi Speedfight. Si ya lo hacía bastante, ahora toco la bocina unas 3 veces más de lo que lo hacía antes. Y el 20% de mis pitidos son para los ciclistas urbanos.
Da igual que vayan disfrazados de profesionales o con greñas rastas, ninguno de todos con los que me cruzo paran en los semáfonos. NI UNO. He estado a punto de presenciar dos accidentes causados por los tripulantes de tan sano vehículo. Unos miran fugazmente en avenidas en las que los coches van a 120 por hora, otros agachan la cabeza y tiran palante. Los más cautos amagan la parada para seguir a velocidad más baja.
Ya no es que se los lleven por delante, es el accidente que pueden provocar al tipo que tenga que frenar en seco cuando uno de estos iluminados coincida con otro semáforo en rojo. Si yo condujera coche y me pasara algo así lo tendría clarísimo. Pisar a fondo.

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